El día en que celebramos la fiesta de nuestros patrones los Ángeles Custodios disfrutamos de muchas actividades que nos permiten convivir y aprender de un modo diferente, sabiendo que tenemos un compañero permanentemente a nuestro lado.
La Sagrada Escritura es una fuente de enseñanzas sobre los ángeles que nos permite conocerlos un poco mejor. El Salmo 90 es un buen ejemplo de ello y en él descubrimos cómo Dios, en su infinita bondad, ha previsto que un ángel acompañe a cada persona, país, institución… durante toda su vida.
Hoy reflexionamos sobre este salmo y os invitamos a hacerlo vosotros también cuando podáis. En él descubrimos la fortaleza de Dios y de los ángeles que nos cuidan en cada instante. Nos invita a tener una actitud de confianza en Él.
Puedes leerlo detenidamente e intentar comprender el mensaje. Quizá te ayuden estas preguntas: ¿Cuál es la imagen de Dios que refleja este salmo? ¿Qué dice respecto a su actuar para con el ser humano?
“Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti».
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su verdad es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos”.
Cuando leas
Te invitamos a orar con el salmista de manera que tu oración exprese tu actitud de confianza absoluta en el Señor. Mira como el salmista se refiere a Dios, en quien confía y a quien recurre.
Cuando medites
Piensa cómo Dios nos protege, nos cuida. San Agustín dice: “Dios te protegerá, es decir, te colocará delante de su pecho para protegerte con sus alas. Reconoce ahora, como débil polluelo, tu flaqueza y huye a esconderte debajo de las alas de la madre para que no te arrebate el milano”.
Cuando ores
Hazte consciente de la protección de Dios, de su compañía y cuidado. Da gracias. Recuerda que Jesús te invitó a confiar en la providencia del Padre, en su cuidado sobre toda la creación, pero particularmente sobre las personas (cf. Lc 12,24-30). Recuerda a quienes, por circunstancias de la vida, ya no saben confiar.
Pide ver, contemplar, experimentar, gozar de la salvación de la que Dios, en Jesucristo, nos ha hecho participes.
Alégrate y camina seguro por la vida porque “si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rom 8,31).
¡Feliz día del Ángel de la Guarda!